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Sin lugar a dudas, mi colegio, o mejor dicho, mi segunda casa, fue una de las experiencias más hermosas de mi vida. Fue el lugar donde crecí y me formé para ser el hombre que soy hoy en día. Durante mis años en esta institución, pude aprender y crecer en todos los sentidos, tanto mentalmente como espiritualmente. Fue un espacio donde la educación y los valores se fusionaron de manera única, y me permitieron no solo adquirir conocimientos, sino también desarrollar mi carácter y comprensión del mundo que me rodea. Las amistades que forjé allí, los profesores que me inspiraron y las experiencias que viví, siguen siendo tesoros invaluables en mi vida. Mi colegio no fue solo un lugar de estudio, fue un lugar donde florecí como persona y descubrí mi potencial.
Lo que más me marcó fue el apoyo que recibí de parte del colegio cuando fue diagnosticada con un problema de aprendizaje. Tanto los profesores y el departamento de educación especial me brindaron herramientas que hasta el día de hoy me han ayudado. Me brindaron un lugar donde me sentía segura. No solo se enfocaron en mi bienestar académico y sino también emocional.